aunque se leían desde hacía años, paul auster y j.m. coetzee no se conocieron personalmente hasta febrero de 2008, cuando auster y su mujer, la novelista y ensayista siri hustvedt, asistieron al festival literario de adelaide, en australia. poco después de su vuelta a nueva york, auster recibió una carta de coetzee en la que le proponía una colaboración epistolar. en su carta de respuesta a coetzee, auster sugirió que comenzaran con un diálogo abierto sobre cualquier tema que pudiera interesarles a los dos, «el tipo de conversaciones que tendríamos si coincidiera que viviéramos en la misma ciudad. pero no una conversación de sobremesa, sino algo más riguroso». coetzee aceptó y así dio comienzo el intercambio de cartas que aparecen en este libro. el plan original era continuar con la correspondencia durante dos años, pero cuando se acercaba el plazo decidieron alargarlo uno más. con buen ojo, esta correspondencia comienza con una discusión sobre la amistad.