El uso del lenguaje y su interés por el estructuralismo y la semiología en los años setenta acerca el trabajo de Camnitzer a la lírica, aunque él prefiere sostener que usa el lenguaje para evocar, no para jugar con la poesía, a la que considera un recinto cerrado. De cualquier forma, los textos de Camnitzer, y entre ellos arte y deshonra, son un regalo de la sensibilidad, la coherencia y la inteligencia.