Este cuento no pretende dar una lección a maestros, niños o directivos de instituciones educativas; este cuento es solo la compilación de experiencias y trabajos que se han abordado desde algunas perspectivas y en diferentes instancias a través de la historia de la escuela y de las relaciones creadas entre los padres, maestros, alumnos y directivos, pero, sobre todo, de estos profes quienes han sido alumnos también. Se invita a la reflexión, pero no de manera categórica: las clases, los alumnos y profesores son tan distintos como cada hoja de cuaderno, pues a pesar de verlos iguales, se puede notar, en las prácticas cotidianas, que cada uno de ellos se ha pensado de manera diferente, que la tinta les ha dado un matiz disímil, que algunos llegan nuevos y otros con más experiencias y que se les ofrece mucho más de lo pedido. No se descarta ninguno en el camino, no se deja atrás ni al "más malo", se escribe sobre esas hojitas en blanco, esas que la sociedad confía, lo que la vida le ha dado a esos maestros; estas se convierten en felicidades, en tristezas y a cada trazo se van construyendo lo que a bien se considera mejor para ellos.