¿Qué puede impulsar a un hombre, a un loco, a cometer un atentado donde mueren cientos de miles de personas? ¿Qué se esconde detrás de la maldad de este lobo solitario? ¿Cómo escoge sus objetivos? Lo que sí sabemos es cómo los alcanza. En los cuatro primeros atentados: un supermercado de Carabanchel, la Catedral de St. Paul donde en su día se casaron Carlos de Inglaterra y Diana Spencer, el Aeropuerto JFK y Manhattan y por último en La Meca, en plena celebración del Peregrinaje Mayor, él es el brazo ejecutor. Pero en «su obra maestra», el atentado de los atentados, solo quiere actuar de espectador. Para llevarlo a término escoge a un colaborador de élite y en una situación que solo puede conducir al Infierno. Una desenfrenada carrera por toda Europa y por Medio Oriente no consigue detenerle a pesar de la colaboración de todas las fuerzas de occidente. Solo las visiones y la intuición de un modesto cura de pueblo podrán conducir a la detención de la catástrofe apocalíptica.