Desde su más temprana producción, Jorge Luis Borges juega a ser Pierre Menard: desgaja un texto de su contexto original y lo inserta en uno nuevo para actualizar y potenciar, acaso, su sentido. Esta práctica genera una productiva permeabilidad en su obra. El pasaje reutilizado funge como cordón umbilical entre varios textos; en otras ocasiones, como columna vertebral de obras más amplias.