Chile ha cambiado. Las nuevas generaciones proponen nuevos lugares desde donde mirar la realidad. La lingüística, la antropología y la filosofía han cuestionado ese pedestal desde donde nos situamos como un nosotros y construimos la representación del otro. Aún nos cuesta entender que los relatos históricos y las clasificaciones que hacemos sobre los demás son la parte de un discurso; que en la interacción cotidiana hay un tejido de verdades que coexiste en todo país y entre todos los pueblos.