Ciertos debates que marcan la superficie de la actualidad ponen en juego decisiones y valores de profundidad democrática. A los periódicos y a las conversaciones llegan con regularidad noticias que se relacionan con la identidad. la educación para la ciudadanía. la inmigración. el diálogo con otras civilizaciones. la memoria histórica. la ética republicana. la falta de independencia de los medios de comunicación. la creación de realidades virtuales o los caminos del arte contemporáneo. La toma de postura ante estas cuestiones casi siempre tiene que ver con intereses coyunturales o partidistas. sin una reflexión seria planteada a partir de la cultura democrática y de la ilusión de modernidad que sostuvo el pensamiento ilustrado.El ciudadano que se atreve a defender una mirada democrática suele quedarse solo y sentirse extraño en nuestras aceleradas discusiones políticas. Primero pareció que nuevas formas de barbarie asaltaban la vida en común y la razón pública. Pero el ciudadano democrático está condenado a descubrir que él mismo es ya el bárbaro. el extranjero peligroso. en una realidad neoconservadora. cada vez más asumida por las tradicionales mentalidades progresistas. que están permitiendo la liquidación de la política.Insinuaciones tímidas sobre el bien común y sobre la legitimación ciudadana parecen hoy amenazas radicales. La libertad ha perdido su ambición social y se identifica con el dominio. sin fronteras ni Estado. de intereses especulativos particulares.Los oficios tienen para Luis García Montero una dimensión ética. Las reflexiones sobre su escritura poética. que apuesta por una reivindicación de las palabras como espacio público. están estrechamente relacionadas con los debates de la identidad. el republicanismo. la ilusión pedagógica y la ética de lo común. Frente a una tradición literaria basada en la lectura romántica de la ilustración