En plena crisis de pareja, un retratista de cierto prestigio abandona Tokio en dirección al norte de Japón. Confuso, sumido en sus recuerdos, deambula por el país hasta que, finalmente, un amigo le ofrece instalarse en una pequeña casa aislada, rodeada de bosques, que pertenece a su padre, un pintor famoso.
"El libro es como estar sus pendido en un mar de nieve y al mismo tiempo atravesar arboles infinitos y únicos en su especie que solo pueden respirarse leyendo libros de Murakami..."