Mario Vargas Llosa repite este fenomeno leyendo, releyendo, ensonando el personaje clásico Emma Bovary del clásico Flaubert. Si Vargas es critico, llega a serlo precisamente porque ha sido antes lector y creador de novela. Como novelista admira en el libro de Flaubert "la descripcion de la vida objetiva" la construcción rigurosa de lo real, de la vida. Como lector se identifica con el "estilo matemáticamente materialista" de Flaubert y con los motivos, materialistas también, de la rebeldía de Emma Bovary. Para esta, y para Mario Vargas, son preferibles los placeres del cuerpo a los del alma, y ambos tributan respecto a los sentidos y al instinto. Este libro es Vargas Llosa es tanto una relectura de Madame Bovary como una indagación que el novelista peruano hace de si mismo al hilo de su identificación con el personaje decimononico. Es decir, que este libro también hubiera podido titularse "Emma Bovary soy yo".