En los primeros esbozos del pensamiento económico predominó la pretensión de que este fuera considerado una ciencia. Para ello se trató de aplicar, particularmente en Occidente, los conocimientos obtenidos en el mundo físico, fundamentalmente en la física, al mundo de los seres vivos y, más extensamente a las disciplinas que, con pretensiones de ciencia como la economía política analiza la deriva económica del ser humano.