Es un día cualquiera de un verano de finales de los años ochenta, y Bruno, con quince años recién cumplidos, sube a desgana los peldaños de una escalera; arriba, en el segundo piso, le espera la señora Pauli, una viejecita que aun lleva los labios pintados de carmín... Bien mirado, hoy no es un día cualquiera porque la s eñora Pauli ha tenido una gran idea: lanzar aviones de papel cargados de buenas notici