Ahora, cinco siglos más tarde, el poeta Juan de la Cruz, el único cuyo nombre se traduce a cada nuevo idioma que lo acoge, pues todas las literaturas lo hacen suyo: John, Jean, Giovanni, el hombre derrotado, fracasado, el medio fraile (como lo llamaba la santa de Ávila), el poeta inédito en vida, el reformador bajo sospecha , el monje secuestrado, el místico incomprendido por los suyos, el hombre solo, que pr