Pues resulta que en el Cádiz de esa época irrumpió un chico llamado Juan José que físicamente era clavado. Yo le decía a mi padre, viéndole jugar, que era la primera vez que veía a un lateral derecho subir y bajar la banda sin tregua. Lo que ahora los modernos llaman «carrilero». Creo que fue el primero al que vi cumplir con esa doble faceta del juego. Como el Cádiz nos cae bien a todos (como bien dijo Alfredo Relaño en su día, «quien está contra el Cádiz está contra la humanidad»), me tragaba los fines de semana los resúmenes de sus partidos, con la morbosa idea de ver a ese rubio barbudo convertir la banda derecha en su autopista particular. En ese Cádiz estaban Amarillo, Linares, Hugo Vaca, Dos Santos, el mayor de los Mejías, Dieguito, Mané... Una de mis mayores alegrías llegó cuando un día me dijo que le había llamado el Madrid para contratarle. Desde entonces me llama manager. Un honor para mí. Pero el mayor orgullo es saber que tengo su amistad. Por eso me siento un privilegiado por poder escribir el prólogo de esta magnífica biografía. Va por ti, maestro. Sandokán, el primer carrilero que vi en mi vida... Tomás Roncero