Reseña del libro "El Último Habitante de Macondo"
Este es un libro completamente nuevo, a excepción del que le da el título: El último habitante de Macondo, que surge como catarsis para deshacerme de la influencia de García Márquez luego de leer Cien años de soledad. Por esas cosas de la vida, el cuento cayó en manos del periodista barranquillero, miembro del Grupo de Barranquilla, que entre otros conformaba Gabriel García Márquez, Germán Vargas Cantillo. A don Germán le gustó mucho el cuento y me escribió a Tegucigalpa. Se lo dio a leer a García Márquez, y ambos decidieron publicarlo en la celebración de los 100 años del Magazín Dominical de El Espectador, El último habitante de Macondo fue el centro de este número (#213 Magazín Dominical, El Espectador, Bogotá Abril 26 1987), con ilustración exclusiva de la gran diseñadora colombiana Michi Peláez, misma de la portada. Como escribió el ensayista y poeta de la Universidad de Paris, Roberto Armijo (salvadoreño): “este cuento es el mejor homenaje a Gabriel García Márquez”. Yo creo que el homenajeado también fui yo, con que me publicaran esos dos grandes maestros. Así es la vida. Y los demás cuentos mejor no se los cuento porque están contados, mejor cuénteme usted, luego de leerlos, qué le han parecido. “El autor logra una excelente y acertada fusión de imaginación y realidad. Un lenguaje claro y eficaz, manejado con pleno dominio de las posibilidades, en forma diestra y lúcida… Por su título como que es nada menos que “El último habitante de Macondo”. En él, con singular gracia y especial talento narrativo, Roberto Quesada retoma un personaje garciamarquino para crear el ámbito de una historia original muy convincente”. —Germán Vargas Cantillo, periodista, miembro del Grupo de Barranquilla, a quien García Márquez llamaba ‘Maestro’. (El Heraldo, Baranquilla, Colombia 26 octubre 1986).
