Reseña del libro "Crujido de amor"
Estos cuentos los comencé a escribir sin una intención definida. Me complacía hacerlo. Desde muy joven escribí cartas a novias, amigos, familiares, y conocidos. Largas porque sí nomás, con lujo de detalles sobre lo que vivía y sentía. Luego fueron mensajes de télex a mis colegas distantes, en cualquier parte del mundo. Y siguieron mails y ahora chats. El denominador común fue siempre el placer.
Pero recién a los 75 me largué a escribir microrrelatos, cuentos y anécdotas. El primer envión me lo dio mi esposa, Gladys, o “la pobre chica enamorada”, como la llamo yo. Fue tal su entusiasmo cada vez que leía algo mío, que el empuje fue irresistible. A ella es a quien dediqué “Los Lazos”, por razones mucho más allá de las literarias. El impulso definitivo me lo dio Renso, mi profe de talleres de narrativa. No quiero que lo culpen, porque en definitiva el que aceptó fui yo.
Los géneros fueron saliendo al azar. Así habrá alguno fantástico, “Sereno López, viajero”; otros románticos, como “Crujido de amor”; algo de ficción científica en “La Visita Muda”; algunos son dramáticos, cínicos, absurdos, uno apocalíptico. Y alguno, políticamente incorrecto. Pero en la mayoría priman toques de humor e ironía.
Pretendo que les gusten, porque, aprovechando que me queda toda la vida por delante (¿y a quién no?), prometo inundar las librerías con muchos otros relatos. Hasta la vuelta.